Malas praxis al limpiar las puertas de nuestra casa

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Las prisas no son buenas consejeras. La limpieza de nuestra casa requiere mayores cuidados de los que realmente pensamos. Para eliminar el polvo y la suciedad incrustada en las puertas será necesario seguir unos consejos básicos, evitando así cometer graves errores y afectar a su estado de conservación.

Cuando llega el día de limpieza queremos hacer muchas cosas en muy poco tiempo, por lo que tendemos a utilizar un mismo producto y las mismas herramientas para limpiar toda la casa. Aunque en los dormitorios y en el cuidado del suelo solemos hacer mayor hincapié, la limpieza de las puertas suele quedar descuidada y tendemos a olvidarlas o a limpiarlas de un modo incorrecto. Salvo por manchas concretas, lo ideal será revisar nuestras puertas al menos una o dos veces al mes.

Al contrario de lo que hacen muchas personas, de limpiar todas las puertas de la casa primero y ya posteriormente entrar en cada estancia, lo recomendable será hacer las habitaciones una por una, ya que así evitaríamos que al volver a pasar el aspirador el polvo se incrustase nuevamente en las puertas. Lo primero que debemos hacer es eliminar el polvo, para lo cual sería recomendable emplear un trapo de microfibra ligeramente humedecido, empleando además un aspirador para las zonas bajas de la puerta. Para conseguir un brillo idóneo bastará con aplicar un limpiador específico, el cual nos permitirá mantener nuestras puertas de madera en un estado impecable.

No obstante, cada vez son más comunes las malas praxis que se aplican a la limpieza de las puertas, bien porque vienen recomendadas por un vecino o un amigo, o bien porque equívocamente se han leído en internet. ¿Cuáles son esas técnicas que nunca debemos llevar a cabo en la limpieza de nuestras puertas?

1. Barnizarlas con productos deficientes: Dentro de preservar su estado de conservación, y antes de barnizarlas por nuestra propia cuenta, será mejor consultar a un profesional qué tipo de productos son los ideales para que nuestra puerta no se viese dañada. Al final lo barato sale caro.

2. Irradiación solar: Normalmente cuando limpiamos nuestra casa solemos levantar todas las persianas, abrir las ventanas y permitir que entre el sol. No obstante, exponer nuestras puertas al sol acabaría afectando a las vetas de la madera.

3. Productos abrasivos: El uso de lejías y amoniacos nunca será recomendable para limpiar las puertas. Éstos acabarán quemando el barniz y deteriorando el estado de nuestras puertas de paso y de exterior.

4. Exceso de agua: Cuando limpiemos las puertas de nuestro domicilio deberemos emplear un trapo ligeramente humedecido y posteriormente secar. El objetivo es eliminar el polvo y las manchas, pero no dejar chorreando la puerta. Esa excesiva humedad provocaría el hinchamiento de la madera.

5. Mala limpieza del suelo: Al limpiar el suelo de la casa tendemos a usar lejía y grandes cantidades de agua, una mezcla letal contra la zona baja de las puertas, tapajuntas y bastidores. Las puertas acabarían hinchándose y deteriorándose si repitiésemos esta mala praxis.

6. Mala limpieza de cristales: En el caso de las puertas con cristalería, nunca deberemos emplear productos abrasivos (disolventes, amoniaco, lejía, etc.). De igual modo, este tipo de productos afectará más a un cristal transparente que a uno de tipo mate.

7. Exceso de cera: Lejos de abrillantar, el uso en demasía de ceras provocaría que la superficie de la puerta quedase grasienta y con manchas que acabarían por incrustarse en la madera.

8. Paupérrima limpieza de las manillas: Nunca será recomendable emplear ni productos abrasivos ni limpiametales, los cuales podrían originar que la capa de barniz de las manivelas desapareciese.

9. Vinagre y aceite: Por muchos remedios caseros que hayas oído, el uso de un mejunje a base de vinagre y aceite a partes iguales sobre la puerta nunca será recomendado por los profesionales del sector. Esta mezcla, lejos de abrillantar nuestra puerta, acabará dejándola pringosa y con posibles riesgos de manchas perdurables en el tiempo.

Pese a que debemos limpiar periódicamente nuestras puertas, recuerda que una limpieza excesiva podría provocar la desaparición del acabado de las mismas, perdiendo el brillo que las caracterizaba.

 

 

 

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